17 julio 2009

OTROS MUNDOS OTROS PODERES.




Soy un pez
buscando su alimento
dentro de una pecera reducida.
Poco espacio
para nadar junto a ovas de plástico
y algún canto rodado de mentira
donde buscar refugio.

La pecera es redonda y solitaria,
tres impulsos arriba
dos abajo
y una izquierda y derecha
interminables.

Fuera existe otra vida,
lo presiento cuando de vez en cuando
el agua se enrarece
y entonces llega Diós
con su llave maestra
y devuelve la vida
oxigenada.


L. Arellano
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13 comentarios:

MiLaGroS dijo...

Que maravillosa y genial erews Luisa. Siempre me sorprendes gratamente y dejas en mi alma un poso dulce. Un gran abrazo pedazo de poeta.

Abilio Estefanía dijo...

Dicen que relaja mucho eso de mirar una pecera y los peces dando vueltas sin parar.

A mi me causa un poco de angustia, solo mitigada porque pienso en que si es verdad lo de la memoria cortita de los peces, siempre les parecera que es la primera vez que pasan por ahí.

Que bien escribes Luisa.

Un besazo

Emilio dijo...

Excelente introspección, Luisa.
Me gustó.
Saludos.
26/09

Encuentro "Poesía en la red" dijo...

Hola Luisa:
Ya está disponible en la página del blog Encuentro Poesía en la Red los correspondientes horarios y precios del encuentro.

Saludos.

GEORGIA dijo...

Lo leo y releo con la piel erizada y las enormes ganas de darte un abrazo...

aapayés dijo...

Un gusto leerte siempre.. por ahora no he podido dedicar el tiempo necesario para comentar, me encuentro fuera de casa, pero hoy deje el espacio para comentar...

Saludos fraternos
Un abrazo
Perdón por mi ausencia

Poseidón dijo...

Maravilloso y genial!
besos

Jaht dijo...

Luisa, ni siquiera es Dios ese carcelero que limpia el agua.
Si Dios existiera tiraría la pecera a un río limpio con cantos rodados de verdad.
Aunque a algunos peces la libertad les da mucho miedo, más que nada por falta de costumbre.

cristal00k dijo...

Todo un universo has descrito amiga. Lo artificial, de alguna forma siempre acaba `por copiar o interactuar con lo natural. Un poco de Teoría del Caos.
Besos Luisa.

FRANCISCO PINZÓN BEDOYA dijo...

Tengo la misma sensación cada que veo eso spobres de colores dar vueltas en su pequeña esfera transparente

Un saludo y gozoso de volver

Francisco

Carlos Serra Ramos dijo...

Un poema en el que el simbolismo de la pecera es un todo un logro. Una prisión que permite ver el exterior sin degustarlo.

Quizás el cierre suaviza demasiado la queja que se expresa hasta ese punto. Desde luego, yo lo hubiera escrito en negativo;

"... mientras espero a Dios con su llave maestra y devuelva la vida oxigenada."

Pero está muy bien, ya te digo, la idea de la pecera es excelente.

Besos (en este de más cerca)

Anónimo dijo...

Como nada más natural, mis peces (carpas) se suicidaban cuando eran dos. Se atiborraban hasta morir. Se caían por el desagüe del retrete a mi madre.

Dejé de traer vida a casa. Me conformé con provocar la ira del canario de mi padre que, cual aguilucho picaba mi dedo. También murió, espatarrado, de un infarto, creo.

También morían tantas moscas como horas tiene un verano, y me acostumbré a la muerte creyendo que Dios tomaba nota de mis actos.

Por lo que veo, tortura y carcel son peores que la muerte.

¿Tienes versos sobre la muerte? Seguro que sí. He de buscarlos...

Luisa Arellano dijo...

Ay, Carlos, ¿pero qué le hacías al pobre canario? Es una cosa triste, pero leerte que murió despatarrado de un infarto me ha provocado risa tonta y además me ha traído a la memoria a los canarios de mi tía.

Resulta que a ella le gustaban mucho y los mimaba qué no veas. Cargada de buenas intenciones y por que los canarios no se sintiesen solos y alicaídos les metía en la jaula una compañera y hasta les ayudaba a preparar el nido. Yo no sé qué ocurría pero no se le logró ni una nidada. Los polluelos nacían, pero en mi vida he visto tanto canarín necesitado de prótesis: al que no le faltaba una pata, le faltaban las dos, otros tenían sólo muñones, o las alas no se mantenían en su sitio correctamente de modo que las arrastraban pesarosos y la peor de todas fue una en la que nació sólo un pajarito en apariencia normal pero que cuando dormía en lugar de hacerlo hecho un ovillo sobre el palo de la jaula como es habitual, se subía al palo, sí, pero su cabeza en lugar de permanecer bajo el ala, le colgaba como un péndulo de su cogote extirado al máximo. ¡Ufff, aquellas jaulas eran peor que la casa de los horrores!

Quizás por eso soy incapaz de tener ningún animal en casa, ni jaulas, ni peceras, ni tan siquiera gatos o perros pues creo que su espacio natural no puede ser nunca un piso y que las pobres criaturas necesitan estar en su hábitat y vivir en libertad. Hubo una época en la que tuve perritos a los que quise muchísimo pero entonces ellos podían corretear libres por el campo... tan libres que me los mataron los cazadores alegando que les espantaban la caza. :(

Me sorprendes con la pregunta de que si tengo algún poema sobre la muerte... pues no lo sé ahora mismo. Creo que directo, directo sobre la muerte, no. Si que los tengo sobre sus efectos, como el que le hice a una amiga que murió de forma repentina y a la que enterramos justo el día en que habíamos quedado para celebrar su 43 cumpleaños o el que hice sobre la muerte de una niña de 14 que murió tras haber sido violada por cinco soldados creo recordar que fue en Irak. El primero es "Amiga" y el segundo "Muerta" Los buscaré y te dejo los enlaces por si vuelves por aquí y los quieres ver.

Un abrazo.