Homenaje a GABRIEL CELAYA

Imagen tomada de Google.

Leía yo, ávidamente, poemas del libro “Tranquilamente Hablando” de Gabriel Celaya, allá por el año 2000, una tarde de rabiosa primavera, a la orilla del pantano que rodea mi pueblo y disfrutaba empapándome de sus palabras en aquel momento mágico al que irremediablemente vuelvo cada vez que menciono o me mencionan el nombre de este gran poeta.

En aquellos instantes, con una osadía que siempre me producirá rubor, le tomé prestados unos versos (los que figuran en cursiva) y nació mi poema “Esperando oír tu voz” que os dejo hoy en este homenaje a Celaya en el centenario de su nacimiento.

También dejo dos poemas del poemario que he citado, el primero “Fin de semana en el campo” es del que tomé prestados los versos y el segundo “Debo ser algo tonto” con el que me identifico totalmente y que me encanta.

Espero que los disfrutéis y que Celaya me disculpe el atrevimiento.


ESPERANDO OIR TU VOZ.

 Sentada aquí, en medio de la nada
escuchando al silencio, te descubro
en el canto del cuco que me llega de lejos.

Los peces con su danza machacona
rompen la plata verde
como queriendo ver qué es lo que ocurre,
desaparecen en el centro mismo
de círculos concéntricos
que forman su muralla.

Y canta el cuco, jilgueros, avutardas, vencejos y gorriones
en medio del mutismo.

Tú me llegas de lejos
envuelto en los poemas de Celaya:
“Considero mis años,
considero este mar que aquí brilla tranquilo,
los árboles que aquí dulcemente se mecen,
el aire que aquí tiembla, las flores que aquí huelen...“

No ha querido la tarde regalarme tu voz, pero te tengo
en el canto del cuco
en el agua de versos
en los rayos oblicuos del sol
que ya se marcha.


Luisa Arellano

Y aquí los poemas de Gabriel Celaya.

 FIN DE SEMANA EN EL CAMPO

A los treinta y cinco años de mi vida,
tan largos, tan cargados, y, a fin de cuentas, vanos,
considero el empuje que llevo ya gastado,
la nada, de mi vida, el asco de mi mismo
que me lleva a volcarme suciamente hacia fuera,
negociar, cotizar mi trabajo y mi rabia,
ser cosa entre las cosas que choca dura y hiere.

Considero mis años,
considero este mar que aquí brilla tranquilo,
los árboles que aquí dulcemente se mecen,
el aire que aquí tiembla, las flores que aquí huelen,
este "aquí" que es real y, a la vez, es remoto,
este "aquí" y "ahora mismo" que me dice inflexible
que yo soy un error y el mundo es siempre hermoso,
hermoso, sólo hermoso, tranquilo y bueno, hermoso.

Gabriel Celaya ( Del poemario “Tranquilamente Hablando” 1947)


DEBO SER ALGO TONTO

Debo ser algo tonto
porque a veces me ocurre que me pongo a hablar solo,
y digo cosas locas,
digo nombres bonitos de muchachas y barcos
o títulos de libros que nadie ha escrito nunca.
Debo ser algo tonto.

Babeo, grito y lloro.
Los verbos absolutos me llenan de ternura
y esas vocales sueltas, inútiles, redondas,
que vuelan para nada,
me elevan boquiabierto hacia no sé qué gozos.
Soy feliz y, por eso, también un poco tonto.


Gabriel Celaya ( Del poemario “Tranquilamente Hablando” 1947)