10 febrero 2017

REVELACIÓN






Era un árbol
y la tarde pendía de las ramas
y se hacía murmullos bajo la corteza.
La espera rebosaba en cada hoja
con la timidez de un imberbe enamorado.

Al poco anochecía,
de nuevo a soñar con ser avión,
el ave fénix
o el techado amoroso
mullido y sonriente,
que abriga el corazón al peregrino
quitando sus legañas
allende las raíces.

Y de nuevo la luz
con la mochila
dispuesta para el paso
continuo de las horas…

***

Luisa Arellano
2017


2 comentarios:

María Socorro Luis dijo...


Siempre me alegra reencontrarte por aquí, disfrutar tu poética y dejarte unos cuantos besos.

Caminante dijo...

Un gusto leerte, ya te lo he dicho antes...